Estudio sobre ayuno intermitente revela impacto en el cuerpo humano: hay buenas noticias

CRN. – El ayuno intermitente es una práctica alimentaria que alterna períodos de ayuno con períodos de alimentación. La nutricionista Juliana Mejía explica en TopDoctors que el ayuno Intermitente es la interrupción en el consumo de alimentos durante un número de horas en específico, reduciendo así las calorías ingeridas. «La clave de esta dieta es la concentración de todos los alimentos en los periodos de ingesta, eliminándolos de las horas de ayuno», señala.

Los defensores del ayuno intermitente argumentan que esta práctica puede ofrecer una serie de beneficios para la salud. Uno de los principales beneficios es la pérdida de peso y la mejora de la composición corporal.

Al restringir el tiempo de alimentación, el ayuno intermitente puede ayudar a reducir la ingesta total de calorías, lo que puede conducir a una pérdida de peso gradual. Además, se ha sugerido que el ayuno intermitente puede aumentar la tasa metabólica y promover la quema de grasa, lo que puede contribuir aún más a la pérdida de peso y al mantenimiento de un peso saludable.

Si bien lo primero que se pierde con el ayuno son los minerales, la adaptación que va realizando el cuerpo hace que esa pérdida se vaya modulando y los niveles de dichos componentes se estabilicen en corto plazo. Es entonces cuando el cuerpo comienza a consumir a mayor velocidad las grasas, con la consiguiente pérdida de peso y masa corporal», explica Mejía.

Ahora, un equipo internacional de científicos ha publicado un artículo en la revista Nature Metabolism, en el que explican el proceso de 12 voluntarios que tomaron solo agua durante siete días. Midieron los niveles de unas 3.000 proteínas antes, durante y después del ayuno y cruzaron esos datos con información genética de otros estudios para estimar qué beneficios se podían obtener con las variaciones de proteínas observadas.

​Aunque solo son 12 sujetos (una muestra muy reducida), la metodología permite recoger información valiosa. Como cabía esperar, los participantes en el estudio perdieron en promedio 5,7 kilos de media, repartido entre grasa y músculo. Sin embargo, tres días después de dejar el ayuno, recuperaron la masa muscular, pero no la grasa.

Además de este dato llamativo, los científicos, liderados por Claudia Langenberg, de la Universidad Queen Mary de Londres, observaron un cambio en la composición de las proteínas que se encontraban en la sangre a partir del final del segundo día de ayuno y del principio del tercero.

​ “Ese incremento [de proteínas beneficiosas] es exponencial a partir del día tres de ayuno y tenemos la hipótesis de que son cambios que no solo están relacionados con la pérdida de peso de los participantes, que es muy estable durante todo el experimento”, explica Maik Pietzner, coautor del estudio e investigador en el Instituto de Salud de Berlín, en el hospital Charité.

Estas variaciones afectarían, por ejemplo, a proteínas que evitan el deterioro de las neuronas. Para Pietzner, su trabajo implica que, “aunque esto no descarte que [el ayuno que dura solo unas horas] tenga pequeños efectos beneficiosos”.

Más allá de la pérdida de peso, “el mensaje de estos resultados es que necesitas dos o tres días de ayuno para que se produzca este cambio, se empiecen a utilizar estos recursos internos y, posiblemente, comiencen distintos tipos de programas metabólicos en distintos órganos”, explicó el experto.

​Y es que además de sus efectos en la pérdida de peso, el ayuno intermitente también se ha relacionado con una serie de otros beneficios. Se ha demostrado que puede mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir los niveles de azúcar en la sangre, lo que puede ayudar a prevenir la diabetes tipo 2 y controlar la glucemia en personas con esta condición.

También se ha sugerido que el ayuno intermitente puede tener efectos positivos sobre la salud del corazón, incluyendo la reducción de los factores de riesgo de enfermedades cardíacas como el colesterol LDL y los triglicéridos.

Por otro lado, algunos estudios han sugerido que el ayuno intermitente puede tener efectos beneficiosos sobre la salud cerebral, incluyendo la mejora de la función cognitiva y la protección contra enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson.

Asimismo, se ha dicho que estos efectos pueden estar relacionados con la reducción de la inflamación y el estrés oxidativo, así como con la estimulación de la producción de factores de crecimiento en el cerebro.

​No obstante, y pese a todos los beneficios, la doctora Mejía asegura que no es una práctica recomendada para personas con problemas psicológicos y Trastornos de Ansiedad, puesto que disminuye la actividad de la glándula Tiroides.

​»Puede afectar los niveles de vitaminas como la B1 o tiamina, la cual ayuda a convertir los alimentos que consumimos en energía, además de ser necesaria para el crecimiento, desarrollo y funcionamiento de las células del organismo», explicó Mejía.

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